28 de abril de 2014

Las canas de mi agüelita



Tiene 97 años y muchas arruguitas en la piel, tal vez no es tan común ver a una viejita de esa edad caminando tranquilamente por la casa o usando lentes oscuros cuando hay sol; pero ella es otra onda… Se llama Teodora y la quiero mucho, es muy divertida y se ríe por todo. Bueno… casi todo menos de las groserías que digo cuando le platico algo o de las palabras “modernas” que no entiende o no conoce.
Tiene muchas canas y estoy segura que mil historias reflejan el color de ese cabello, tantos años que ha vivido y tantas cosas por las que ha pasado pero me da miedo preguntarle, tal vez se moleste o tal vez se acongoje. Tuvo 12 hijos, madera de la pura buena, y esque a pesar de tantos partos la vida no le ha hecho ni cosquillas.
Cariñosa un poco, enojona mucho pero conmigo se ríe porque se ríe, la quiero tanto… tal vez no fue la mejor hija o la mejor madre, la mejor hermana o la mejor comadre; pero es mi bisabuela y yo la quiero a montones. Se deja que la peine y que la tome de la mano para sentir su piel arrugadita que parece una pasita. Puedo parecer grosera pero nadie entendería como me llevo con ella, porque yo si la consiento y me gusta abrazarla aunque todos me digan que nomás le hago la barba. Siempre me da consejos aunque yo no se los pida y me cuenta unos versos que me hacen morir de risa como este que me dijo y aunque era un secreto ahorita tengo que decirlo.
Soy del palo guayacán
de corazón amarillo,
soy más sabrosa que el pan,
más dulce que el jamoncillo
¿Qué mordidas me darás?
Si me dejo, digo.
A veces me da miedito cuando la veo dormir porque está toda flaquita y de la cara arrugadita, sus ojos se ven tristes, cansados y pálidos, perdió el color de las pupilas y hasta las huellas de las manos, las tiene lisitas como si nunca hubiera trabajado; pero al contrario, esas manos tan suavecitas están gastadas de tanto y tanto; tal vez hacer tortillas, tal vez por lavar a mano. Qué linda es mi abuelita cuando me enseña a rezar y aunque nada me aprendo de lo que dice nos pasamos bien el rato. Pura plática se vuelve pues ya no puede cocinar, lavar trastes o planchar.
 Le gustan mucho los dulces y las paletas de cajeta, le gusta verme bailar y nada le hace si se burla pero lo único que me importa es verle esa sonrisota.
No sé si estoy preparada para el día de su despedida pero de una cosa estoy segura, ¡qué placer me dio la vida! de poderla conocer y convivir mucho con ella. Mi abuelita, tan linda, viejita, hermosa.

  ¡Teodora Sánchez!, pa’ que vayas y cuentes… que chulada de maíz pinto, doña Lola de cariño. Y pa’ la banda “agüelita Lola”.

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