6 de julio de 2014

Nada es infinitamente inalcanzable.



Muchas personas pueden pensar que el sol, la luna, las estrellas, son inalcanzables… pero para mí no lo son. En el mundo existen 7000 millones de personas de las cuales conocemos a unas mil y entre esas mil, conocemos verdaderamente a unas cien.

No es imposible conocer a más personas pero se necesitaría mucho tiempo y dinero para viajar a otros lugares en el mundo con el fin de estrechar la mano de alguien más. Es importante mencionar que con las personas que conoces es suficiente, pues en realidad nunca terminas de conocer a alguien y si al menos conoces a cien, pues tal vez ni en toda la vida las llegarás a conocer completamente.
Pero el punto de este escrito es la inmensidad de cosas que se creen inalcanzables, como una estrella, la luna, el sol, las nubes, un amor y miles de cosas más. 

Hablemos de las personas, lo primero que se me viene a la mente es que a muchos nos ha pasado que creemos que alguien es imposible para nosotros, que jamás podríamos tener una oportunidad con ese ser perfecto al que tanto admiramos o con el que tanto soñamos platicar aunque sea una vez. Eso es mentira porque si de verdad quisieras que sucediera, tú mismo harías que eso pase.

Ahora es el turno de la luna y es que tampoco es inalcanzable, hace poco vi la foto de una amiga en donde ella la estaba tomando entre sus manos, o tal vez los astronautas quienes han caminado en ella.
Algo parecido es el sol, aunque es menos probable que alguien pueda acercarse a él o mucho menos caminar. Pero soñar no cuesta nada.

Y las estrellas… ese es el punto principal que me gustaría explicar. Estos objetos que brillan en la oscuridad y que se ven tan bonitos en un cielo despejado por las noches son a las que todos tenemos alcance y no me refiero a alcanzarlas en los sueños y para eso me gustaría citar algo que leí hace poco:

“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.”   El principito

Cuando leí eso, en silencio, iba camino a casa acompañada por una persona especial y lo primero que hice fue voltear a verla y decirle:

-          ¡Sí!

Esa persona no sabía de qué diablos estaba hablando y me preguntó con admiración:

-          ¿Sí qué?

A lo que yo respondí con cariño y sin prisas:

-          Yo sí creo que las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada quien pueda encontrar la suya…

Volteando a verme y con la mirada fija en mis ojos solamente terminé diciendo:

-          ¡Porque te encontré a ti y mi estrella eres tú!

No creo que sea necesario explicar el párrafo en el que comencé diciendo cosas sobre las estrellas porque está claro que aparte de ser objetos astronómicos que brillan con luz propia, pueden ser personas que iluminan tus días con su presencia, que dan alegría a tu vida tan solo con una mirada y te demuestran que la distancia nunca impide que su luz se vea reflejada en tus pensamientos.

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